Mi nueva amiga jardinera, una verdadera
abuela con jardín.
Cuando camino por la calle aunque esté
en otra misión, los jardines de las abuelas no se me escapan y trato
de recordar dónde estaban para volver a verlos otra vez.
Volví
entonces a la caza de jardines de la abuela en la ciudad de Luján,
provincia de Buenos Aires, sabiendo muy bien a qué le iba a sacar
fotos y bien rapidito ya que disponía de poco tiempo. Pero nada fue
como lo planee, sino que esa mañana viví una aventura
emosional.
Estaba fotografiando una casa
deshabitada cuando un señor me llamó y preguntó a qué le estaba
sacando fotos. Le conté que a las plantas y me dijo “¿Querés un
gajo?”. Y sorprendida acepté, entramos al jardín y me ayudó a
sacar unos esquejes y me contó que a su señora y mamá le
encantaban las plantas y me llevó a conocer a Angelita.
Pasando por
largos pasillos y un sorprendente galpón llegamos al patio de la
casa de Angelita. Simplemente bellísimo, tan típico de las casas
“chorizo”. Un patio de baldosas calcáreas con una galería corta
cubierta de trepadoras, jazmines, una flor de nacar, y muchas más,
macetas por todos lados con diferentes tesoros, iris reventando
macetones, jazmines, malvones maravillosos, alguna zanahoria perdida
por aquí y por allá, puerros, gazanias, rosales especiales,
helechos.
Angelita se quejaba de que no había podido prestar la
atención necesaria a su jardín ese invierno pero yo lo veía casi
impecable. Me contó sobre el amor que tiene una de sus hijas por las
plantas también y lamentablemente no podía quedarme más tiempo
compartiendo con ella pero prometí volver y le pedí permiso para
sacar fotos que ya les mostraré.